Clásicamente se describe la crioterapia o uso del frío en inflamaciones agudas para evitar una inflamación excesiva, y la termoterapia o uso del calor como efecto miorelajante (para relajar el músculo), analgésico y generar una hiperemia (que llegue sangre a los tejidos). Debemos matizar que cuando existen inflamaciones crónicas como puede ser un proceso artrítico, el calor suele ser bien tolerado por el paciente y sentir alivio con él.
El frío puede ayudar en ocasiones a calmar una neuralgia (dolor de tipo nervioso), una cefalea (dolor de cabeza) y relajar los músculos tras un esfuerzo de resistencia como puede ser una carrera. El frío se utiliza también con éxito ante piernas cansadas o en edemas (retención de líquidos).
Otros usos del calor y del frío son los baños de contraste, que mediante la alternancia entre agua fría y caliente reactivan la circulación sanguínea.
*Respuesta ofrecida por el fisioterapeuta Fernando Jiménez Domínguez para el libro Escuela de la espalda, del doctor Ata Pouramini.