El motivo principal, en mi opinión, es que las dietas proponen muchas restricciones durante un período de tiempo determinado, pero no cambian hábitos para siempre, de modo que cuando acabamos la dieta, normalmente volvemos a nuestros antiguos hábitos y, con el tiempo, recuperamos el peso perdido. Además, muchas dietas se centran en las calorías y no en la calidad del alimento que estamos consumiendo, cuando debería de ser al revés. Para el cuerpo no es lo mismo tomar ciertas calorías de galletas refinadas o las mismas calorías de brócoli.
Estamos tomando las mismas calorías, pero el efecto que va a tener sobre nuestro organismo, es totalmente distinto. Por ejemplo, las galletas refinadas nos van a provocar un aumento de azúcar en sangre y esto a su vez va a producir un pico de insulina y el aumento de una sustancia llamada factor de crecimiento insulínico 1 (IGF-1) que provoca inflamación. También nuestras mitocondrias, que son las encargadas de convertir los alimentos en energía, y las responsables del buen funcionamiento de nuestro metabolismo, van a trabajar de forma más óptima si recibe alimentos naturales en lugar de procesados, por lo que nuestro metabolismo será más efectivo si los alimentos son de calidad, en lugar de procesados y azucarados.
*Respuesta ofrecida por Ana Estellés Bilbao, licenciada en Biotecnología y diplomada en Nutrición Terapéutica para el libro Escuela de la espalda del doctor Ata Pouramini.