La primavera y el verano son las mejores temporadas para viajar ligero de equipaje; en lugar de cargar con una maleta, son muchos los que optan por equipar una mochila con todo lo necesario, ponérsela a la espalda y lanzarse a la aventura. La cultura mochilera -o backpacker en los países anglosajones- cuenta con muchísimos adeptos a lo largo y ancho del planeta. Algunos de los destinos mochileros clásicos son, por ejemplo, India, Tailandia, Perú, Bolivia, Australia, Nueva Zelanda, Turquía, Nepal, Indonesia o Costa Rica. También rutas y peregrinaciones como el Camino de Santiago.
Desde luego, esta manera de viajar tiene a su favor grandes ventajas y satisfacciones, como una mayor independencia, un menor coste y la sensación de libertad y de contacto directo que aporta. Por otra parte, no nos vamos a engañar, también tiene inconvenientes. Uno de ellos está directamente relacionado con el elemento que la define: la mochila. Llevar una mochila a la espalda durante días, semanas o meses, tiene un coste para nuestra espalda. Aunque nos esforcemos en no llenarla demasiado, solo con lo básico ya va a pesar kilos, y eso, a medida que sumamos kilómetros, pasa factura. ¿Qué podemos hacer entonces para no estropearnos el viaje con molestias en cuello y espalda?
En primer lugar, hazte con una buena mochila. Existen marcas especializadas que fabrican bolsas de gran calidad, reforzadas, equilibradas y resistentes. Si vas a viajar, invierte tiempo en encontrar una.
Unas buenas asas repartirán mejor el peso. Mejor que sean anchas: si son demasiado finas se te clavarán y acabarán haciéndote daño.
Antes de salir de viaje, entrena. Tonifica la espalda. Un buen tono muscular te ayudará a no sufrir lesiones. Sal a pasear con la mochila para acostumbrarte a ella.
Cuando prepares la mochila, asegúrate de colocar todas tus pertenencias de tal manera que el peso se reparta correctamente. No cargues un lado más que otro, tampoco dejes objetos con aristas en la zona en contacto con tu espalda; en lugar de eso, intenta ubicar los objetos planos (como los libros) en línea con tu espalda.
No lleves la mochila colgada solo de un asa: es algo muy típico, quizás por estética, pero muy dañino para la columna. Ponte las dos asas y si la mochila dispone de sujeciones, abróchatelas. Es mejor llevar la mochila pegada al cuerpo que bailando tras de ti.
No te excedas con el peso.
A lo largo de tu viaje seguro que encuentras cosas que quieres llevar contigo, así que deja espacio para ellas para no tener que llevarlas colgadas o en lugares incómodos.
Antes de salir, acude a un especialista por si tuvieses alguna lesión en la espalda. Mejor saberlo antes de ponerte en marcha que en mitad de un viaje.
Haz descansos en el camino, suelta la mochila cada cierto tiempo, estira. No sobrecargues la espalda. Si sientes que te estás haciendo daño, para y tómate un respiro.
Ya sabes: si vas a coger la mochila en tus próximas vacaciones, ¡piensa antes en estos consejos para que la experiencia sea óptima!