Llega el invierno, y con él  el cambio horario. Hay que atrasar los relojes. La noche será mas larga y el día gana una hora, éste cambio horario puede provocar cierto tipo de alteraciones, no hay que extrañarse que tras el cambio de hora se tenga sensación de tristeza, apatía, desánimo e incluso alteración de el sueño, irritabilidad o falta de concentración.
Es una costumbre que cada año se pone en práctica durante el otoño para aprovechar más horas de luz solar y al mismo tiempo ahorrar energía.
Sin embargo la sensación que produce es que habrá menos horas de día, pues anochecerá una hora antes y eso influye en el estado de ánimo de adultos y niños.

Estos síntomas no suelen durar mucho, hay personas más receptivas que otras, y por lo tanto más sensibles a estos cambios. Lo mejor es no cambiar nada en el estilo de vida de cada uno y seguir con su rutina.
Uno de los síntomas que notamos con el cambio de horario es dificultad para dormir, y mucho sueño al despertar.
El sueño está regulado por los ritmos circadianos, unos ciclos que están adaptados a la luz del día y la noche, es por eso que cuando hay un cambio experimentamos cierta alteración.
Los niños y los mayores de 50 años son los que mas pueden acusarlo.
Nuestro sistema nervioso puede sentirse resentido en estos días, por lo que no está de más que aunque mantengamos nuestros hábitos cuidemos un poco más nuestra salud.
Revisemos y nos ocupemos de la columna, puesto que a través de ella pasa nuestro sistema nervioso, el quiropráctico es el que se ocupa de ello y con los ajustes vertebrales mantenemos nuestro cuerpo libre de interferencias y nuestras defensas están más altas.