La quiropráctica es la profesión sanitaria que se ocupa del diagnóstico, tratamiento y prevención de los problemas de la columna vertebral. El trabajo del quiropráctico consiste en detectar las subluxaciones o desplazamientos de las vértebras y, mediante un ajuste rápido y suave, volverlas a colocar en la posición correcta. De esta manera el nervio deja de estar pinzado y la información que envía el cerebro para que el cuerpo se autocure, no sufre ninguna interferencia.
La formación de un quiropráctico equivale a una licenciatura en España, con una duración de 6 años, unas 5.500 horas lectivas. Una vez finalizada la carrera se obtiene el título de Doctor en Quiropráctica o licenciado en Quiropráctica si estudias en una universidad europea. En España, los alumnos de quiropráctica se forman en el Barcelona College of Chiropractic que se encuentra dentro del campus de la Universidad Pompeu Fabra.
La quiropráctica está establecida en más de 70 países y existen más de 90.000 profesionales. En muchos de estos países la quiropráctica ha pasado a formar parte del sistema sanitario público.
Mientras que en países como EEUU o Australia hay un quiropráctico por cada 3.500 habitantes, España solamente dispone de uno por cada 370.000 habitantes. Esta situación brinda una gran oportunidad laboral a quienes se preparen para ejercer la quiropráctica.
Los quiroprácticos llevan reclamando que esta práctica se incluya en la seguridad social, pues beneficia al paciente, a las empresas y al propio estado, ya que al final supone un ahorro.
En Julio de 2011, la ministra de Sanidad de entonces estudió un proyecto sobre la regulación de la Quiropráctica pero se quedó apartado con el cambio de gobierno.
La situación de la quiropráctica en Europa
En el Reino Unido la quiropráctica está reconocida como profesión sanitaria con formación universitaria; en Suiza además goza de un estatus tipo médico. En Suecia y Dinamarca están reconocidas e integradas en el sistema de seguridad social. En Finlandia tienen una situación similar y pueden solicitar pruebas diagnósticas aunque éstas no son reembolsadas según las características propias de su sistema sanitario. En Noruega su caché es aún mayor, además de ser una profesión reconocida y protegida, los quiroprácticos pueden derivar a otros especialistas, expedir bajas, solicitar radiografías y otras pruebas de imagen e incluso pautar rutinas de fisioterapia.
En Francia, uno de los últimos países en legislar la quiropráctica, está regulada siempre que sus diplomas sean expedidos por centros sancionados por el ministerio, aunque sus tratamientos no los cubre la seguridad social. Una situación similar se da en Bélgica.
En Italia existen varios decretos administrativos que regulan la quiropráctica, de modo que el tratamiento quiropráctico ya se incluye en la seguridad social. En Canadá, por ejemplo, el ahorro potencial supone cientos de millones de euros cada año.
Los estudios realizados por las grandes compañías de seguros coinciden en que el cuidado quiropráctico disminuye el tiempo de baja laboral a la mitad, evitando costes aún más caros como sería la hospitalización o la cirugía, sobre todo en pacientes con lumbago mecánico, conocido como dolor de espalda común.
En España si bien ha habido propuestas por parte de ciertos parlamentarios para la inclusión de la quiropráctica en la seguridad social, éstas no se han desarrollado todavía. Estaremos atentos.
Fuente de la imagen: www.x3med.com