Si un pájaro es condenado a no poder volar durante toda su vida, cualquiera convendrá en que se trata de un castigo horrible. Si ese pájaro tuviera la capacidad de elegir y decidiera no volar nunca más porque tiene agua, comida e infinidad de comodidades a su alcance, en lugar de ser un castigo horrible podríamos considerarlo como tristísimo sin más. Correr es parte del destino de los seres humanos. Hemos nacido para correr y dejar de hacerlo es como si un pájaro decidiera no volver a volar. En el momento que uno empieza a correr comenzamos a segregar serotonina y endorfinas, mejora nuestro sistema cardiovascular, prevenimos la osteoporosis, perdemos el peso que nos sobra, mejoramos y estimulamos el estrés, regulamos la tensión, mejoramos el aspecto de la piel, nos ayuda a dormir, equilibramos el sistema endocrino, hacemos crecer la autoestima… Y todo eso porque sin más hemos nacido para correr y lo necesitamos.
El ser humano en su primera etapa evolutiva se servía más del cuerpo que del cerebro, más adelante y gracias a la prodigiosa capacidad de nuestras mentes logró un nivel formidable de seguridad y comodidad- y aquí está la gran paradoja- y entonces la mente traicionó al cuerpo que tanto le había ayudado y los serers humanos se sentaron en sillones a mirar lo que otros hacen. Y dejaron de correr. Pero podemos y debemos cambiarlo.
Empecé a correr en 1993 durante la época en que vivía en Palma de Mallorca. Desde entonces corro allí donde estoy, todo lo que he hecho en mi vida ha sido corriendo. Las decisiones más difíciles las he visto claras, los compromisos más trascendentes, mis mejores ideas… Cuando corres la mente inicia un camino de pensamientos y emociones positivas que se traducen en creatividad a raudales, soluciones para todo lo solucionable, paciencia, ilusión, entusiasmo, ganas de vivir…
Correr te hará sentir y ser como eres, si no lo haces, nunca sabrás como deberías sentirte si tu mente no traicionase a tu cuerpo. Correr es tan milagroso como volar, es un privilegio que la naturaleza ha otorgado a los serres humanos y todos aquellos que no pueden de verdad correr son muy conscientes de ello.
Correr es maravilloso, no importa el ritmo ni la distancia, importa concentrarse en el increíble movimiento, un pie tras otro, los brazos balanceándose, la mirada exploradora al frente, los pensamientos con uno mismo, la respiración profunda, el aire en los pulmones, y la certeza de no traicionar nunca a nuestro cuerpo, de ser fieles a nuestro destino como seres humanos, de volar como pájaros.
Un microrrelato de Manuel Fernández, presidente del Grupo Otsu, basado en su experiencia personal.